Espanya nos odia. Desde hace más de tres siglos, Espanya nos odia. Y ahora, más. El ‘finançament’ ha exarcebado la ola catalanofóbica hasta límites insoportables. No faltan voces que denuncian la situación, y proponen soluciones efectivas, como
el Sr. Puigcercós. Incluso, desde fuera,
el Sr. Chaves se ha alineado con Cataluña.
A este propósito, nuestro historiador de cabecera, Joan. B Culla, ha escrito recientemente un
artículo en
El País en que demuestra la catalanofobia pertinaz de nuestros intelectuales a lo largo de los siglos.
Visto el panorama, hasta
Montilla se ha visto obligado a intervenir.
Lo siento, chatos, pero no cuela.
La catalanofobia que pueda haber (que la
hay), no es nada en comparación con la hispanofobia que se practica diariamente en Cataluña. Hay un periódico, el
Avui, que cada día (sin excepción) dedica, al menos, dos artículos de opinión a criticar a España. A veces son cuatro o cinco. Los articulistas más destacados e insistentes son Vicent Sanchís, Iu Forn, Isabel Clara-Simó, Patricia Gabancho, y, el a veces brillante, Salvador Sostres.
En
La Vanguardia, tenemos también dos o tres articulistas (Francesc Marc Álvaro, a la cabeza) que habitualmente dedican sus comentarios a criticar España.
En las tertulias de
RAC-1, la emisora de Godó, se denosta sistemáticamente todo lo que huela a español. Lo mismo sucede en Catalunya Ràdio.
Por no hablar de
TV3, la nostra, para la cual Espanya es un país diferente (e inferior,
of course) a Cataluña.
Los políticos catalanes, que basan su discurso exclusivamente, en la catalanofobia, merecerían un capítulo aparte.
Pondré un ejemplo. Es absolutamente imposible que este
artículo de Salvador Sostres se publicara en ningún medio estatal (para usar su terminología). Me he tomado la molestia de cambiar las palabras
España y
español por
Cataluña y
catalán; y el efecto es sorprendente:
“Catalunya és el tercer món sense remei, la cabra eterna, la misèria que ha arribat a tots els tics del seu costumisme, a tots els escenaris de la seva vida pública i a tots els racons de la seva ànima. De vegades algun català em retreu que em senti superior per ser espanyol. Esclar que em sento superior als catalans, estem diversos graons per sobre en l'escala evolutiva. Hem sortit de la cova i tenim altres arguments que els d'afirmació genital i el cop de pedra. No vivim de robar els altres pobles, ni d'exterminar-los. Som superiors. La llibertat és la nostra esperança i el vostre pitjor malson".Que no me hablen, pues, de catalanofobia. Aquí, en Cataluña se ha creado una corriente de opinión generalizada, a la que nadie pone freno, dedicada sistemáticamente a la crítica a Espanya. Espanya nos roba, Espanya es un país atrasado y corrupto, los españoles son unos cazurros, la culpa de todo la tiene Espanya, en Cataluña gestionamos mejor las cosas, etc, etc, etc.
En fin, que lo están consiguiendo. La murga constante de los paladines de la hispanofobia va a lograr que me convierta un catalanófobo de manual. Me acusarán de
autoodio, acusación de la que, a esta alturas, sólo puedo estar orgulloso.