sábado, septiembre 18, 2010

Casta

I

Hay una ley que prohibe las corridas de toros en Cataluña. Me parece bien. No tengo argumentos sólidos para justificar la prohibición, es casi una cuestión estética. No recurriré a los tópicos que usan los antitaurinos, pues sus justificaciones son bastante endebles. Tampoco me convencen las excusas de los taurinos, que suelen a apelar a la tradición o, lo que es peor, a la libertad. Generalmente, los dos bandos utilizan argumentos que decaen por sí mismos.

El asunto, en verdad, no me preocupa demasiado. No me gustan las corridas pero tampoco me molestan especialmente. Más bien me traen sin cuidado. Pero claro, A. me envía la Ley de la prohibición, y uno, sin querer, se la lee y se topa con su preámbulo asombroso (lo del legislador catalán y los preámbulos ya es vicio):

" (...) Todos estos antecedentes trazan un camino que muestra los cambios en la relación entre los humanos y los demás animales hacia una visión fundamentada, entre otros motivos, en evidencias científicas, como la proximidad genética entre especies, o el hecho de que, al fin y al cabo, todos los animales somos el resultado de procesos evolutivos paralelos. El toro («Bos taurus») es un animal mamífero con un sistema nervioso muy próximo al de la especie humana, lo que significa que los humanos compartimos muchos aspectos de su sistema neurológico y emotivo.

La consideración del toro como un ser vivo capaz de sufrir ha arraigado en el sentimiento de la sociedad catalana (...)".

Etcétera.

Esta retórica lamentable tiene como único fin demostrar que la prohibición se basa en motivos puramente humanísticos, por decirlo de alguna manera. Vamos, que no se vaya a creer nadie que en Cataluña prohibimos las corridas porque pueden tener alguna connotación española. Pero aquí nos conocemos todos, y un poco más adelante, en el propio decreto encontramos este mojón:

"Quedan excluidas de estas prohibiciones las fiestas con toros sin muerte del animal (correbous) en las fechas y localidades donde tradicionalmente se celebran. En estos casos, está prohibido inferir daño a los animales."

Es tan fácil desmontar la contradicción nacionalista que se han visto obligados a añadir la coletilla exculpatoria: en los correbous "está prohibido inferir daño a los animales".

No voy a añadir casi nada más. Me intriga saber, no obstante, cómo se lo van a montar, por ejemplo, en Ulldecona:





II

A. también me pasa el decreto que obliga a los profesores universitarios a acreditar un nivel mínino de catalán para poder impartir clase en las universidades catalanas. El meollo del asunto está en el artículo 4 (que no traduzco):

"El nivell mínim de coneixement lingüístic exigible a les universitats públiques ia les universitats privades, tant en l’expressió oral com escrita, serà el que assegurila competència del professorat per participar amb adequació i correcció a les situacionscomunicatives que requereixen les tasques acadèmiques, de manera quequedin garantits els drets lingüístics dels estudiants."

Montilla y nuestro conseller Huguet, con ese tonillo nervioso tan característico, se han apresurado a negar que el decreto tenga efectos disuasorios. No se lo creen ni ellos. Esta normativa tiene como único fin la disuasión, que los profesores univesitarios catalanes no tengan verdadera competencia, pues son unos mediocres de manual. Todo funciona así en Cataluña, donde tenemos los peores jueces de España, la peor educación de Europa y, en breve, la peor universidad del mundo.

Es el mecanismo nacionalista, creador y beneficiario de una miserable casta de gentuza analfabeta.
















Los sabios


III

Después de lo anterior, temía haberme convertido en un españolista. Creo que de momento puedo respirar tranquilo, aunque sólo sea por lo que dice el profesor Ovejero:


"Cuando alguien me espeta: «Usted es españolista», le digo: oiga, yo no estoy defendiendo en Cataluña que la enseñanza sea exclusivamente en castellano —que sería la traducción—; yo no estoy defendiendo que la Administración me trate sólo en castellano —que sería la traducción—; y no defiendo que recuperemos las colonias —que sería lo equivalente a los «paisos catalans»—".

Pues eso.

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