viernes, agosto 07, 2009

Cosas que no haré en vacaciones


Leer a Stieg Larsson
Releer a los clásicos
Excursiones por la montaña
Surf
Ir a un festival de verano
Asistir a un curso de una universidad de verano
Visitar museos
Perderme en una playa exótica
Deporte

Actualizar el blog

...

lunes, agosto 03, 2009

Catalanofobia


Espanya nos odia. Desde hace más de tres siglos, Espanya nos odia. Y ahora, más. El ‘finançament’ ha exarcebado la ola catalanofóbica hasta límites insoportables. No faltan voces que denuncian la situación, y proponen soluciones efectivas, como el Sr. Puigcercós. Incluso, desde fuera, el Sr. Chaves se ha alineado con Cataluña.

A este propósito, nuestro historiador de cabecera, Joan. B Culla, ha escrito recientemente un artículo en El País en que demuestra la catalanofobia pertinaz de nuestros intelectuales a lo largo de los siglos.

Visto el panorama, hasta Montilla se ha visto obligado a intervenir.

Lo siento, chatos, pero no cuela.

La catalanofobia que pueda haber (que la hay), no es nada en comparación con la hispanofobia que se practica diariamente en Cataluña. Hay un periódico, el Avui, que cada día (sin excepción) dedica, al menos, dos artículos de opinión a criticar a España. A veces son cuatro o cinco. Los articulistas más destacados e insistentes son Vicent Sanchís, Iu Forn, Isabel Clara-Simó, Patricia Gabancho, y, el a veces brillante, Salvador Sostres.

En La Vanguardia, tenemos también dos o tres articulistas (Francesc Marc Álvaro, a la cabeza) que habitualmente dedican sus comentarios a criticar España.

En las tertulias de RAC-1, la emisora de Godó, se denosta sistemáticamente todo lo que huela a español. Lo mismo sucede en Catalunya Ràdio.

Por no hablar de TV3, la nostra, para la cual Espanya es un país diferente (e inferior, of course) a Cataluña.

Los políticos catalanes, que basan su discurso exclusivamente, en la catalanofobia, merecerían un capítulo aparte.

Pondré un ejemplo. Es absolutamente imposible que este artículo de Salvador Sostres se publicara en ningún medio estatal (para usar su terminología). Me he tomado la molestia de cambiar las palabras España y español por Cataluña y catalán; y el efecto es sorprendente:

“Catalunya és el tercer món sense remei, la cabra eterna, la misèria que ha arribat a tots els tics del seu costumisme, a tots els escenaris de la seva vida pública i a tots els racons de la seva ànima. De vegades algun català em retreu que em senti superior per ser espanyol. Esclar que em sento superior als catalans, estem diversos graons per sobre en l'escala evolutiva. Hem sortit de la cova i tenim altres arguments que els d'afirmació genital i el cop de pedra. No vivim de robar els altres pobles, ni d'exterminar-los. Som superiors. La llibertat és la nostra esperança i el vostre pitjor malson".

Que no me hablen, pues, de catalanofobia. Aquí, en Cataluña se ha creado una corriente de opinión generalizada, a la que nadie pone freno, dedicada sistemáticamente a la crítica a Espanya. Espanya nos roba, Espanya es un país atrasado y corrupto, los españoles son unos cazurros, la culpa de todo la tiene Espanya, en Cataluña gestionamos mejor las cosas, etc, etc, etc.

En fin, que lo están consiguiendo. La murga constante de los paladines de la hispanofobia va a lograr que me convierta un catalanófobo de manual. Me acusarán de autoodio, acusación de la que, a esta alturas, sólo puedo estar orgulloso.

lunes, julio 27, 2009

Fogonazos



Estupenda novela, Los detectives salvajes. Empecé el libro con ciertas prevenciones, pues últimamente lo de Bolaño empezaba a saturar. Tampoco ayudaba demasiado la reseña de la contraportada, en la que se deslizaban ciertas comparaciones con Rayuela. Lo último que me quería tragar era un remedo de Rayuela. No. Los detectives salvajes es la antirrayuela: no es farragosa, no es pedante, tampoco es hueca ni pomposa, y no se hace larga.

Además tiene un estupendo humor, a veces negro, otras absurdo, siempre certero. Bolaño utiliza el ya clásico recurso de la digresión, del que se suele abusar, pero no nos endilga ladrillos a la manera de, por decir alguien, Javier Marías. Bolaño es más concreto, sus reflexiones son fogonazos breves y eficaces. Esto es, por ejemplo, lo que dice uno de los personajes, escritor, para más señas:

“No sólo ante mí mismo ni solo ante los espejos ni en la hora de la muerte que espero tarde en llegar, sino ante mis hijos y mi mujer y ante la vida serena que construyo, debo reconocer: 1) Que en época de Stalin yo no hubiera malgastado mi juventud en el Gulag ni hubiera acabado con un tiro en la nuca. 2) Que en época de McCarthy yo no hubiera perdido mi empleo ni hubiera tenido que despachar gasolina en una gasolinera. 3) Que en época de Hitler, sin embargo, yo habría sido uno de los que tomaron el camino del exilio y que en época de Franco no habría compuesto sonetos al Caudillo ni a la Virgen Bendita como tantos demócratas de toda la vida. Y una cosa va por la otra. Mi valor es limitado, bien cierto, mis tragaderas también.”

Hace unos días, Pérez-Reverte cargaba contra Bolaño. Da la sensación de que Bolaño fue el escritor que Pérez-Reverte siempre quiso ser (y nunca será). Unos de los fogonazos escondidos en Los detectives salvajes sería perfectamente aplicable a Pérez-Reverte, y a muchos otros:

“A mi modesto entender, el problema radicaba en que Baca era el modelo de escritor Unamuno, bastante frecuente en los últimos años, que a las primeras de cambio lanzaba su perorata llena de moralina, la típica perorata española ejemplarizante e iracunda, la perorata del sentido común o la perorata sacrosanta…”.

No les canso más. Los detectives salvajes, con sus defectos, es un libro divertido, triste, extraño y sorprendente, que no se deben perder.

miércoles, julio 15, 2009

Listas



Hace unos días, tomando una cervezas en casa del amigo (y compañero) JM, éste nos comentó que había empezado a escribir una lista de cosas que le dan palo. Su tarea no se aleja de mi particular lista, bastante abandonada por cierto.

JM se ha tomado el asunto en serio, y nos lo ha enviado en un correo electrónico que transcribo:

Me dan palo:
- las revistas Manga
- los juegos de rol
- Richard Gere, Ben Affleck y Mel Gibson
- los musicales
- los nuevos circuitos urbanos de la F1 (Valencia, Singapur,...)
- Julia Roberts y Barbra Streisand
- la ópera
- los jugadores de hockey hielo dándose de leches en medio de la pista
- Lendl y Sampras
- la novia de Federer en la grada
- los partidos de tenis a 5 sets
- Mariah Carey y Gloria Stefan
- los periódicos deportivos en Junio cuando hablan de posibles fichajes
- Prost y Nelson Piquet
- los tenistas que sólo sabían sacar, en los Wimbledon de los 90 (Rafter, Philippoussis, Rusedski)
- Stoichkov, a pesar de ser del Barça
- las películas americanas sobre Nixon
- las sardanas
- los jugadores de futbol americano en Europa (es una oximoron)
- R.E.M. y Bob Dylan
- que los tenistas ahora se sequen el sudor tras cada punto
- el concepto ÑBA
- Sete Gibernau


Odio:
- los gritos histéricos de las tenistas (ejemplo, Sharapova). Yo la sancionaría, y si insiste, le pondría un bozal para jugar.
- la tuna. En mi opinión debe ser exterminada.
- los clubs donde se baila country, ataviado con sombrero y camperas, en medio de una gran urbe. Penoso.
- la niñería de Guti. Gran talento ridículamente desperdiciado.
- el regetton y la música salsa. Habría que hacer una pira y quemar todos los cd's de esta mierda. Y prohibir hacer más.
- la retransmisión anual de TV3 de "la cantada d'havaneres des de Calella de Palafrugell". Verguenza ajena.
- el baseball y todo lo que le rodea (la estética, los aficionados, las pelis sobre baseball....). Viene a ser el "pichi" del cole
- las motos ruidosas en Barcelona, especialmente las pequeñas. Habría que quemarlas.
- la marcha atlética. Que la saquen de los Juegos ya, por favor. Es patético y, probablemente, poco saludable.
- la trompeta de l'Electrica Dharma. Que se la metan por el ojaldre y deje de molestar

Hoy ya me he relajado.


Coincido (¡concuerdo!) con casi todo su listado.

Y, a modo de ilustración qué mejor que una mezcla infame: Country Reggaeton!!!

martes, julio 07, 2009

Plou

¿La nueva promesa del indie nacional?

martes, mayo 26, 2009

La Copa de Europa

(“¡Que alguien me diga si lo vio llorar abrazado a todos como lo vi llorar yo a ese viejo, que te puedo asegurar que ese día fue para ese viejo el día más feliz de sus vida, pero lejos lejos el día más feliz de su vida, porque te juro que la alegría que tenía ese viejo era impresionante!” –ROBERTO FONTANARROSA- 19 de diciembre de 1971)

Mi primer recuerdo de una final de la Copa de Europa es la que jugó el Madrid contra el Liverpool a principios de los ochenta. No creo que tenga imágenes concretas del partido, pero gracias a un truco de la memoria diría que me acuerdo con claridad del gol del Liverpool y de la ligera sensación de alegría que había en casa por la derrota del Madrid. De esa época también tengo vagos recuerdos, aunque más fiables, de una final que le ganó el Aston Villa al Bayern de Rumenigge y de la que le ganó el Hamburgo a la Juve de Dino Zoff.

No fue hasta lo de Heysel que tengo imágenes precisas. Cuando encendí la tele para ver el partido parecía que aún estaban en los prolegómenos. Algo raro pasaba porque el partido ya debía haber empezado. Aunque las informaciones eran algo confusas, se hablaba de que decenas de italianos habían muerto asfixiados. Debo reconocer que, a pesar de lo que había pasado, pude ver el partido con cierto interés y que me alegré de la victoria de la Juve. En esa época yo ya era idiota. Creo que murieron treinta y ocho italianos. Se cuenta que al día siguiente, en Turín, apareció una pintada de los hinchas del Torino que decía Liverpool 38- Juve 1.

Tras la catástrofe de Heysel, vino la humillación de Sevilla (para los que no sepan lo que pasó: en 1986, el Barça perdió la final de la Copa de Europa contra el imbatible Steaua de Bucarest, en Sevilla, con el estadio lleno de barcelonistas, incapaz de marcar un puto gol tras 120 minutos y la tanda de penaltis, en que fallamos los cuatro que tiramos), mi primer gran trauma futbolístico. Luego he tenido muchos más.

De los años posteriores a Sevilla lo mejor fue el asombroso gol de Madjer de tacón contra el Bayern. Los días siguientes a esta final, en el patio del cole todos nos dedicábamos a emular, sin éxito, el gol del argelino; eso sí, conseguimos que los partidos del patio se convirtieran en una performance surrealista. Y de ahí pasamos al estupendo Milan de Sacchi, y al regocijo que me causaron los pertinaces e infructuosos intentos del Madrid de la Quinta.

Hasta que llegó la final de 92. Ese día (20 de mayo de 1992), del que recuerdo todos los detalles (acabé mis exámenes de COU, ensayamos con el grupo para el concierto que daríamos en la fiesta de fin de curso, etc), vi el partido con mi padre, que sospecho que no iba con el Barça. Después de lo de Sevilla, y tal y como estaba discurriendo la cosa, lo único que quería era evitar la tanda de penaltis. Incluso prefería que marcara la Sampdoria antes que sufrir la agonía penaltística otra vez. La historia es conocida: en el minuto 108 de partido falta a favor del Barça; tocó Stoichkov, paró Bakero y chutó Koeman para marcar y darnos, por fin, nuestra primera Copa de Europa. Es difícil encontrar la analogía correcta de un momento así. En este asunto estoy totalmente de acuerdo con el gran Nick Hornby: “el símil sexual se entiende bastante bien, pero no acaba de encajar. Un orgasmo, por muy obviamente placentero que sea, es algo familiar, que se puede incluso repetir y que es previsible, al menos en el caso de un hombre. Ninguno de los momentos que la gente suele describir como los mejores momentos de sus vidas son en modo alguno análogos. Dar a luz debe de ser algo extraordinariamente conmovedor, pero carece del elemento de sorpresa, que es crucial, y además es algo de dura demasiado. Ver cumplida una ambición personal –un ascenso, un premio, lo que sea– no entraña ese factor muy de última hora (…). Puede que ganar un premio enorme en la lotería, pero es que ganar una fortuna es algo que afecta a una parte de la psique radicalmente distinta, y carece del éxtasis comunitario que se tiene en el fútbol. Hay que llegar a la conclusión de que no hay literalmente nada que lo describa. He agotado todas las opciones disponibles. No recuerdo ninguna otra cosa que haya podido codiciar durante veinte años, ¿hay algo que se puede codiciar razonablemente durante tantísimo tiempo?...”

Yo llevaba quince años codiciando eso. Es evidente que no fue el momento más importante de mi vida, pero no encuentro ninguna otra situación que me haya dado un placer tan concreto e intenso, que me haya hecho tan feliz.

Los cuatro goles que nos enchufó el Milan de Capello, dos años después, aniquilaron al Dream Team y fueron el inicio de una larga temporada para el Barça sin oler nada en Europa. Hay que reconocer que en esos años el trofeo se devaluó bastante pues, además de que para participar en él ya no era necesario ser campeón de Liga, ganaron el título equipos horribles como el Borussia de Dortmud o el Madrid de Karembeau, el tipo con más suerte del mundo: un auténtico paquete que ha ganado la Copa de Europa, la Eurocopa y el Mundial, jugando de titular en todas las finales. Eso sin contar que está casado con una top model. He de reconocer que cuando el Madrid ganó la Séptima, con el gol de Mijatovic en clarísimo fuera de juego, me quedé atónito. Después de regodearme ante los infinitos batacazos europeos del Madrid, llegué a pensar que los merengues no volverían a ganar la Copa de Europa. Me equivocaba.

Pues sí, el Madrid ganó tres trofeos en esa época, de la que también debo recordar una siniestra final entre el Milan y la Juve (que acabó 0-0 y se resolvió por penaltis) y la sensacional remontada del Liverpool ante el Milan, perdiendo 3-0 en el descanso. Nosotros estábamos sufriendo la negra etapa del Barça de Gaspart.

De ahí pasamos a la final de París (2006), en que le ganamos al Arsenal gracias a un gol de Belletti. La emoción no fue la misma que en el 92, pero estuvo francamente bien. Habían pasado ya catorce años por lo que no se puede decir que los barcelonistas estuviésemos acostumbrados a ganar la Copa de Europa.

En fin, mañana jugaremos nuestra sexta final. Como siempre, seré incapaz de disfrutar del partido, a no ser que vayamos ganando cuatro a cero en el minuto quince, lo que no parece muy probable. Eso sí, yo con el 2-6 ya he amortizado la temporada.

jueves, mayo 21, 2009

Faltan dos días

viernes, mayo 08, 2009

Sobrevalorados (y II): panorama general.

… Almodóvar, el jazz, Fernando Alonso, los huevos estrellados, Obama, el teatro, el cine europeo, Cristiano Ronaldo y Kaká, “Sin perdón”, “Ciudadano Kane”, Barcelona, San Francisco, las ostras, Buenafuente, los musicales, Lebron James, la música brasileña, Javier Marías, Murakami, el Sgt. Pepper’s y el Pet Sounds, “La Leyenda del tiempo” de Camarón, Marlon Brando, Meryl Streep, el foie, el tecno en todas su variantes, la trilogía de El Padrino, Andy Warhol, el minimalismo, la Bauhaus, la New Wave, los televisores de plasma, Ferran Adrià, las series de TV americanas (actuales), El País, el vino, el whiskey, Lawrence de Arabia, la Fórmula 1, J.F. Kennedy, El gatopardo (la película), Pasolini, Chaplin, Al Pacino y Robert de Niro, la política, Tim Burton, Cortázar, el Real Madrid, los blogs, la gripe porcina…


Y ahora, con todos Vdes., Ferran Adrià:

martes, abril 14, 2009

Gigante de la Provenza



He pasado la Semana Santa en Francia. Dada la etapa francófila que estoy pasando, era el destino ideal. Iniciamos el viaje sin preparativos y sin un destino muy definido, más allá de una idea general: la Provenza. Para mi sorpresa, ojeando una de las guías prestadas, compruebo que el Mont Ventoux está muy cerca de Avignon, donde pasaremos la primera noche. No puedo dejar pasar la oportunidad. La verdad es que subir el Mont Ventoux en coche es relativamente sencillo. Se toma la carretera que va de Avignon hasta Carpentras, donde la carretera inicia un suave ascenso. Ya en Maulacène (encaramos la montaña por la vertiente norte) empieza la verdadera subida. Son más de veinte kilómetros sin descanso. Durante al ascenso adelantamos a varios cicloturistas que se retuercen en la bicicleta. Yo sólo tengo que pasar de tercera a segunda y de segunda a tercera. El coche es el que sufre. Es extraño, pero la carretera está prácticamente desierta, con lo que reduzco la velocidad para disfrutar de las impresionantes vistas de la llanura provenzal. A falta de cuatro kilómetros para la cima, la carretera está cortada por la nieve, así que dejamos el coche, y subimos un par de kilómetros más a pie, hasta que el hielo y la nieve no nos dejan avanzar más. Es una lástima no poder culminar la etapa, pero ya ha valido la pena. Además, hemos hecho la excursión el día de mi cumpleaños. No se me ocurre una forma mejor de celebrarlo. Creo que el 25 de julio el Tour pasa por el Mont Ventoux. Cae en sábado.

Me encontré a Messi!

Otrosí digo: el amigo Montano es un fans del Mont Ventoux, así que no estaría de más que se pasaran por su blog, en el que explica mejor que yo algunas cosas importantes. Eso sí, él aún no ha estado allí.

lunes, abril 06, 2009

Dedicatorias



Las clásicas, a la mujer amada:

“A Miriam, a quien este libro debe mucho más de lo que parece” (Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres)

“A Sara: mira, mi vida”
(Fernando Savater, Mira por dónde)

“Para Elvira, que tenía tantas ganas de leer este libro” (Antonio Muñoz Molina, Plenilunio)

A los amigos:

“A Miguel y a Dámaso, amigos míos” (Francisco Umbral, El giocondo)

“Para Jack Dunphy y Harper Lee, con cariño y gratitud” (Truman Capote, A sangre fría)

Y a los enemigos:

“Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera” (Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte)

Generalistas:

“A todas las Virginias” (Patricia Highsmith, Extraños en un tren)

“A Valladolid, mi ciudad” (Miguel Delibes, El hereje)

Patéticas:

“A Ziggy” (Ray Loriga, Héroes)

Líricas:

“A Vik Lovell, que después de haberme dicho que los dragones no existían me condujo a su guarida” (Ken Kesey, Alguien voló sobre el nido de cuco)

Misteriosas:

“A Bob Berger, por motivos que no es necesario explicar aquí y a Bob Dylan por Mister Tambourine Man” (Hunter S. Thompson, Miedo y asco en Las Vegas)

Y brutales:

“A los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia. Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quien nadie había dado vela en nuestro propio entierro” (Camilo José Cela, San Camilo 1936)

lunes, marzo 23, 2009

Qué error. Qué grand erreur.


Nadie está de acuerdo conmigo. A cualquiera que se lo digo, independientemente de su tendencia política, le parece una barbaridad. Y no lo es. De hecho, cada vez estoy más convencido de que ganar la Guerra de la Inependencia a los franceses fue un inmenso error. No debériamos habernos independizado de los franceses. España francesa. Ah, la de problemas que nos hubiésemos ahorrado y la de beneficios que hubiéramos ganado.

Si los franceses se hubieran quedado aquí, para empezar, habríamos dejado la Educación en manos del Estado (francés), en lugar de que continuara en manos de la Iglesia (como ha sucedido hasta hace bien poco). Tal vez así, no seríamos ese intratable pueblo de cabreros que aún seguimos siendo. Cabreros con un Audi en la puerta, pero cabreros.

Y a partir de ahí, todo lo demás: el Código Civil se habría promulgado y aplicado 70 años antes de lo que se hizo, no nos hubiéramos quedado fuera de la escena internacional tras el Congreso de Viena, etc. En fin, que España sería parte de Francia, un país civilizado.

Pero lo que más me gusta de esta idea es que formaríamos parte de una estado verdaderamente (¡desacomplejadamente!) centralista. Con lo que, además, nos cargamos a los nazionalistas y a los madrileñistas. Por eso la idea molesta tanto a unos y a otros: los catalanistas, por ejemplo, se tendrían que pelear con París. Bueno, de hecho, no existirían los catalanistas (y, si me apuran, el catalán). Y no existirían porque habría un Estado centralista que colmaría razonablemente las necesidades de sus súbditos. ¿Que España es un país centralista? Id a Francia y sabréis qué es un páis centralista.

Como digo, ser Francia también nos ahorraría el madrileñismo, que es tan insoportable y dañino como el nazionalismo.

La oposición a mi idea es transversal: independentistas y españolistas, izquierdosos y derechosos, catalanes y andaluces. Por un motivo u otro, nadie quiere ser Francia (curiosamente, todos los opositores a mi propuesta comparten como motivo un odio irracional -atávico- a los franceses). En fin, pobres ellos (¡mamelucos!): cuando mi idea pase a ser un plan y éste se cumpla, pasarán por la guillotina. Mientras ruedan sus cabezas, yo me zamparé un entrecot.


Los cabreros y su audi: hagan clic en la foto.

viernes, marzo 13, 2009

Vía negativa



En uno de los estupendos relatos de “Anochecer”, James Salter (del que previamente leí “La última noche”, vía Montano) nos ofrece una afilada descripción de tres tipos de escritores que, salvando las distancias, podemos encontrar perfectamente en nuestros pagos. Conviene advertir que se trata de una descripción poco piadosa. Transcribo lo que dice Salter y que cada uno ponga nombres en el casillero correspondiente:

“Existe un tipo de escritor menor al que uno encuentra en una sala de biblioteca firmando ejemplares de su novela. El dedo índice tiene color de té, la sonrisa llena de dientes en mal estado. Sin embargo entiende de literatura. Sus pobres huesos se han formado con ella. Conoce lo que se ha escrito y dónde lo escribieron los autores. Sus opiniones son frías pero certeras. Son puras, como mínimo tienen eso.
Él es desconocido, aunque no carece de algunos admiradores. La verdad es que son como el matrimonio, aburridos, pero, ¿qué más hay? Su vida está en sus diarios. En ellos, en algún sitio, hay esta frase de un astrólogo: “Tus compañeros naturales son las mujeres”. De vez en cuando, quizá. No más. Su cabello es escaso. La indumentaria ya está algo pasada de moda. Sin embargo, es consciente de que existe una gloria que al final cae sobre ciertas figuras a las que apenas se prestó atención en su época, que las roza en la oscuridad y recrea sus vidas.

Hay escritores como P, que viven en una suite lujosa y calzan zapatos ingleses, que avanzan por la calle envueltos en una aureola deslumbrante y la gente parece cederles el paso, abrirles un túnel semejante al ojo de un huracán.
–He oído comentar que has hecho una fortuna con tu último libro.
–¿Qué? No les hagas caso –te dicen, a pesar de que todo el mundo sabe la verdad.
De cerca ves que los zapatos están hechos a mano. El dueño ostenta una abundante mata de pelo. Su rostro es enérgico, y su frente, y su larga nariz. El suyo es un rostro doloroso, duro como una piedra. En quien le ha interpelado reconoce a alguien que ha publicado varios relatos. Sólo dispone de un momento para hablar con él.
–El dinero no significa nada –le dice-. Basta con mirarme. No puedo siquiera permitirme un corte de pelo decente.
Habla en serio. No sonríe. Cuando regresó de Londres y le pidieron que respaldara la novela de un joven conocido suyo, contestó: “Dejadle que lo haga tal como lo hice yo. Por sí solo”.
–Todos persiguen algo –añadió.

Luego están los viejos escritores que deben su encumbramiento a la revista New Yorker y se mueven en círculos adinerados, como W, que fue famoso a los veinte años. Algunos críticos consideran ahora que su obra es superficial, carente de originalidad. Había sido amigo del escritor más importante de nuestra época, un escritor que había inspirado a innumerables imitadores. Aunque quizá fuera preferible decir que fue uno de los más grandes: no todo el mundo está de acuerdo en este aspecto, y no quiero entrar en polémicas. Más adelante, los dos se habían enemistado, pero a W no le gustaba explicar por qué.
Su primer relato, ampliamente difundido –todo el mundo lo conoce–, le había proporcionado al menos cincuenta mujeres con el paso de los años, según el mismo declaró. Su mujer estaba enterada de eso, pero al final también rompió con ella. No era un hombre que conservara su atractivo. Unas pequeñas venitas habían empezado a asomar en sus mejillas. Los ojos se volvieron rojizos e insultaba a la gente, incluso a los camareros en los restaurantes. Sin embargo, se decía que en su juventud había sido muy generoso, muy valiente… Que luchaba contra la injusticia. Había entregado dinero al bando republicano en España".

miércoles, febrero 25, 2009

Jota, segunda parte.


He descubierto que lo de Jota, de Los Planetas, tenía una segunda parte:

lunes, enero 19, 2009

Sobrevalorados



Bob Dylan: evidentemente, entre sus 778 elepés hay dos o tres canciones buenas ("Like a Rolling Stone", "Just Like a Woman"). Utilizaré dos adjetivos muy apreciados en el NJ: estólido y estomagante. A partes iguales.

Van Morrison: casi lo mismo que el anterior. Soy incapaz de tararear ni un solo tema de sus teóricas obras cumbres “Astral weeks” y “Moondance”.

Marvin Gaye: el tipo me cae bien, y tiene, repartidos en varios discos, canciones muy buenas, pero “What’s goin’ on” no está entre los cinco mejores elepés de la historia. Vamos ni entre los 500.

The Clash: punks con pretensiones. Es decir, pretenciosos. Solo tienen dos canciones buenas, “London Calling” y otra que no recuerdo.

Joy Division: aburridos hasta el suicidio.

Elvis Costello: cursilería “new wave”.

Pet Shop Boys: nunca he entendido el aprecio que la crítica tiene por estas petardas que, en realidad, deberían ocupar el mismo estante que CC Catch y Modern Talking.

The Smiths: vale, no estaban mal, pero de ahí a la santificación de Morrisey va un trecho. No se les recuerda un estribillo.

Jeff Buckley: el chico tenía una voz prodigiosa, y se lo creyó. Así, el buen disco que pudo ser “Grace” se fastidia por sus insoportables gritos. Irritante.

Bjork: otra gritona. Tampoco se le recuerda estribillo alguno.

Sonic Youth: universitarios e indies. Enmascaran con ruido su alarmante falta de ideas: quien haya ido a un concierto suyo sabrá de qué hablo.

Tricky y Massive Attack: estos trip-hoperos, al principio, tenían cierta gracia. Ahora ya podemos decir que, además de pasados de moda, son soporíferos.

The Magnetic Fields: sacaron un disco con sesenta y nueve canciones de amor, de las que no se salva ni media.

El artista anteriormente denominado Prince: en los ochenta dijeron que era un genio. Una sola canción de Michael Jackson ("Beat it", por ejemplo) vale por toda la carrera de Prince, el otro negro empalidecido.

También están sobrevalorados Bruce Springsteen, Paul Simon, Peter Gabriel, Frank Zappa, Primal Scream, Nick Drake, Paul Weller, Gilberto Gil, Joan Manel Serrat y Bárbara Streisand.



viernes, enero 09, 2009

Lo mejor de 2008 (II)





martes, diciembre 30, 2008

Lo mejor del 2008 (I)

domingo, diciembre 14, 2008

Plagiarios

Plagio: Marta tiene un marcapasos (Hombres G)


Original: At the zoo (Simon y Garfunkel)



Plagio: No puedo enamorarte de ti (Joaquín Sabina)


Original: Knocking on heaven's door (Bob Dylan)



Plagio: dB (Los Planetas)


Original: Chasing a bee (Mercuty Rev)



Plagio: Showtime (Estopa)


Original: Istanbul is not Constantinopla (They might be giants)



Plagio: Caminando por la vida (Melendi)


Original: Nights in white satin (Moody Blues)


Plagio: Why don't you get a job (Offspring)


Original: Obladi Oblada (The Beatles)



Plagio: Da' you think i'm sexy (Rod Stewart)


Original: Taj Mahal (Jorge Ben)



Y, si no, simpre te queda el auto-plagio:

Plagio: Bad Day (REM)


Original: It's the end of the world as we know it (REM)

lunes, diciembre 08, 2008

Jota. Los Planetas.




Sensacional entrevista-concierto de Diego A. Manrique al gran Jota.
Disfrutadla.

viernes, noviembre 21, 2008

¿FALSO?

Elmyr d’Hory (1906 – 1976) fue un pintor húngaro que se hizo famoso (y rico), falsificando cuadros. Durante su intrincada vida, que dio para un documental del mismo Orson Welles (“F for Fake”), falsificó cerca de un millar de obras de artistas como Picasso, Modigliani, Matisse, Renoir, Toulouse-Lautrec, Gauguin y Chagall. En los años 50 y 60 sus cuadros colgaron en galerías y museos de arte moderno de todo el mundo, especialmente Estados Unidos. La fama que tiene Hory ha supuesto que, actualmente, se hagan exposiciones de sus falsos cuadros, muy valorados. La gente que ahora va a estas exposiciones pregunta: “¿Es un Hory auténtico?”. La respuesta es fácil: “No es un auténtico Cezanne, pero sí un verdadero Hory”.



Un Hory auténtico



La otra cara de la misma moneda es Anthony Auerbach, un joven artista británico que, empezó a pintar principios de los noventa, y cuya pintura, curiosamente, era muy similar a la de Frank Auerbach, pintor ya consagrado y que desde hacía décadas vendía sus cuadros por cifras millonarias. La alerta la dio la revista The Arts Newspaper ante la primera exposición individual de Anthony. Al igual que el viejo Auerbach, el joven Auerbach dibujaba con carboncillo, trazaba líneas caóticas, pintaba sobre collages de papeles, etc. Según la crítica, el joven Auerbach lo hacía deliberadamente, con la pretensión de que lo confundieran con el viejo.


Un verdadero Auerbach


No parece que Anthony tuviera problemas con la justicia cuando firmaba sus cuadros con su apellido. Elmyr d’Hory tampoco los tuvo cuando empezó a firmar con el suyo.

lunes, octubre 27, 2008

Ejercicio de estilo

90’s- Stockton, California- Stephen Malkmus- baja fidelidad- the fall- inclinado y encantado- grupo de culto- radios universitarias- after the glow, the scene, the stage, the set- lluvia torcida, lluvia torcida- distorsión- estaba listo para el éxito pero el éxito nunca llega- camisetas a rayas- wowee zowee- soy indie y soy cool- fib- gafas de pasta- brighten the corners- decadencia- fractura- Pavement